Antes de leer este blog probablemente muchos de ustedes ya han leído algo sobre nuestro programa de conversión orgánica, sin embargo, hoy quiero contarles lo que involucra este programa, las motivaciones que tienen los agricultores para cambiar los métodos convencionales de producción y los principales desafíos que me he encontrado durante mi trabajo en el campo.
En agricultura orgánica el término “conversión” corresponde al proceso organizado y armónico de cambio, en que una unidad de producción convencional se transforma a un sistema de producción orgánica, lo cual implica que la tierra pase por un periodo de transición de al menos 3 años desde la fecha de la última aplicación de agroquímicos, así como también redefinir las prácticas de manejo para garantizar el cumplimiento de los requisitos normativos.
La creciente demanda por cultivos orgánicos ha motivado a que varios agricultores se vean atraídos a ingresar a un programa de conversión orgánica, sin embargo, no todos están dispuestos a esperar este periodo de transición para certificar su producto, es por esto que al momento de hacer la preselección de nuestros agricultores uno de los principales aspectos que evaluamos es su nivel de compromiso, enfatizando que la conversión no solamente implica el dejar de aplicar agroquímicos en los cultivos, sino implementar un sistema que respete los recursos naturales, apoye al mantenimiento de un suelo vivo y sano y fomente el manejo integrado de plagas.
Al realizar mis visitas de campo he evidenciado que algunas de las principales motivaciones de los productores para cambiar su modelo productivo son: poder tener acceso a nuevos mercados, recibir precios justos por su producto, conciencia sobre la afectación que tiene el uso indiscriminado de agroquímicos sobre la salud de sus familias y colaboradores, preocupación por el cuidado del medio ambiente y el elevado costo de los insumos químicos.
Y son estas motivaciones las que alientan a los productores a seguir los procesos de conversión aun cuando eventualmente pueden presentarse ciertas limitaciones a lo largo del proceso.
En base a mi experiencia diría que la principal limitación que encuentro a nivel de finca es que a pesar de que el cultivo cumple con criterios de manejo orgánico, no se manejan registros de las labores que se realizan día a día, ni de los volúmenes de producción, por lo que uno de los trabajos indispensable es la capacitación de productores y líderes de grupo con el fin de crear capacidades locales que permitan recopilar la documentación necesaria y mantenerla actualizada permanentemente, lo cual en algunos casos requiere mayor esfuerzo y paciencia sobre todo en zonas de difícil acceso y donde el personal de apoyo no ha estado involucrado anteriormente en este tipo de procesos.
Como verán el camino para obtener la certificación no es fácil, sin embargo, el saber que a través de mi trabajo contribuyo al desarrollo de nuestros agricultores y a que la ardua labor que realizan sea reconocida mediante un comercio justo es gratificante. Además, destaco el constante intercambio de conocimientos y la hospitalidad característica de los agricultores de las diferentes áreas donde trabajamos, quienes siempre están prestos a recibirnos con las puertas abiertas.